Los labios están exquisitos, vestidos de carmesí y con el entrañable sabor de una trufa de champagne que hace que el placer se eternice a cada mordida, y cada una de ellas me levante aun más alto, provocando unos leves suspiros a tal grado que el aire falta, y sale tan suave como un mar en calma.
Paso a Paso
Hace 11 años.
0 huellas dejadas, deja la tuya.:
Publicar un comentario