Cuando la luna abrazo el mar

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No se cuantas veces se ha repetido este fenómeno, pero tan solo puedo decir que fue mágico. El sol moría lánguidamente sobre el Caribe. La luna salia cual doncella de su tálamo de nubes, sin siquiera tomar tiempo para deslizar sus pies y seguir encadenada a ellas.


El mar se volvió de plata al recibirla, parecía que bailasen en una entrega tal, digno de un
pas de deux, sin miramientos embriagados por el dulce aroma de los almendros. De esos que hay que buscarlos secos para poder golpearlos suavemente y sacar la delicia que guardan en su interior.


Pude disfrutar todo esto por una simple pregunta: Has comido alguna vez almendras?